La Cena Catastrófica Caminando por los pasillos del supermercado, Juan se sintió abrumado por las opciones. “Esta vez será diferente, esta vez no habrá desastres culinarios”, se dijo a sí mismo mientras elegía cuidadosamente los ingredientes para una receta aparentemente simple de pasta con salsa.
Con una sensación de confianza renovada, regresó a su apartamento y se puso manos a la obra en la cocina. Cocinar siempre había sido una actividad reconfortante para él, y esta vez estaba determinado a que todo saliera perfecto.
Todo iba según lo planeado mientras cocinaba la pasta al dente y preparaba la salsa con esmero. La cocina estaba llena de aromas deliciosos y Juan estaba seguro de que esta vez sería un éxito culinario.
Pero entonces, justo cuando estaba a punto de servir la cena, todo se vino abajo.
Mientras intentaba escurrir la pasta en el colador en el fregadero, la pesadilla se hizo realidad. El colador decidió desintegrarse en sus manos, dejando caer la pasta hirviendo en el fregadero y salpicando agua caliente por todas partes.
“¡Oh, no, no, no!”, exclamó Juan, tratando desesperadamente de detener el desastre con las manos mientras el agua caliente le quemaba los dedos. La pasta esparcida por el fregadero parecía burlarse de él, una representación perfecta de su día.
Pero el desastre culinario no había terminado aún. Cuando se volvió hacia la estufa para apagar la salsa, descubrió con horror que se había olvidado por completo de la sartén, que ahora estaba cubierta de una salsa quemada y pegajosa.
“¡Esto es ridículo!”, gritó Juan, sintiendo que el universo se había unido en su contra una vez más.
Con un suspiro de resignación, se sentó en la mesa de la cocina, mirando con desesperación la cena arruinada frente a él. La pasta pegajosa en el fregadero, la salsa quemada en la sartén, y su estómago rugiendo de hambre.
“Supongo que es hora de pedir pizza”, murmuró para sí mismo, resignado a aceptar la derrota culinaria una vez más.
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